Peter Blume
(Bielorrusia, 1906 – EEUU, 1992)
The two rivers, 1943
Federal Building, Post Office & U.S. Courthouse, Rome, EEUU
Situación
El hombre apoyado en la baranda del puente mira su reflejo en las aguas y siente que allí puede estar la solución a la pena de vivir sin ningún anhelo. El río corre torrentoso en esa parte y sabe que sería solo un trámite sin riesgo de fallar.
Hay otro hombre de tono oscuro sentado en un pequeño tablado junto a la barranca. Él también ha mirado muchas veces esas profundidades cargado de angustia y desesperanza. Ahora se ha quitado el sombrero y está atento a la caña, que apunta corriente abajo, ilusionado porque ya ha sacado dos piezas con las que podrá darle algo de comer a su familia.
Por un extremo del puente se acerca una mujer, de porte elegante y paso decidido. Luce un sombrero tipo capelina y lleva una cartera en la mano.
Ante la imagen sufriente de los dos varones, ella parece tener clara y resuelta su existencia. Eso se percibe en las tonalidades: hay un degradé que va del luminoso tocado de la mujer a la humilde vestimenta del moreno. Aunque los tres tienen una veladura de tristeza en el rico colorido del paisaje.
La mujer lleva una pistola en la cartera y se dirige hacia el hombre del puente, ese energúmeno que le hace la vida imposible, dispuesta a vaciarle el cargador sin dejarlo ni hablar. Solo que no ha visto al pescador, que desde su posición es un testigo privilegiado.
Aunque también podría ser que la mujer camine confiada ante la presunta distracción del hombre, quien de improviso y sin palabras sacará del bolsillo una navaja y le cortará la yugular.
Como sea que suceda, el hombre de tez oscura recogerá a disgusto la línea, porque es un día de buen pique, y tras ponerse el sombrero, alzará sus pescados y se irá sin mirar atrás.
Sabe que pase lo que pase entre los de arriba, terminarán culpándolo a él. Bien se lo enseñó su abuelo.