SALA 5 - DESAFÍOS

El Solitario

Una tarde de domingo fuimos a ver una carrera de motos. Mi padre, como la mayoría, mostraba su preferencia por un corredor al que llamaban El Solitario.
–¿Por qué ese nombre? –pregunté.
–Porque viene solo, con su moto en un carrito; la arma, corre, y se va tal como vino, sin que se sepa nada de él –culminó, atrapado él también por el misterio.
–¿Y por qué es tu favorito?
–Porque anda por la vida solo, sin pedirle nada a nadie –respondió sin titubear–. Se juega, a veces gana y luego se va, antes de que sepan quién es.
Muchos años después, cuando mi padre ya no estaba, comprendí que era él quien andaba por la vida solo y sin pedirle nada a nadie, ni siquiera a mí. Se jugaba, no sé si alguna vez ganó… El resto del retrato de El Solitario le cabe a cualquiera: casi todos procuramos irnos antes de que se sepa quiénes somos.
Más o menos a la mitad de la carrera hubo una rodada en una curva, y El Solitario, que venía en punta, no pudo esquivar al que venía adelante y también cayó. Sin embargo, alzó la moto, le dio arranque empujándola y pudo reanudar la carrera; a partir de allí comenzó a recuperar puestos y a acercarse a la punta. Iba segundo al llegar a la última vuelta, y cuando se aprestaba a pasar al primero, su motor se detuvo. Mi padre, que hasta entonces alentaba a gritos cada paso del piloto, enmudeció. El Solitario, acabada ya la carrera, logró darle arranque a su máquina y dio la vuelta al circuito para llegar a los boxes, entre aplausos y saludos efusivos.
La gente empezó a retirarse y nosotros no nos movimos. Al final, todo quedó en silencio y solo permanecimos unos pocos. El aire olía al aceite de ricino de la mezcla combustible y a la tierra que aún no acababa de asentarse. Volvimos a donde estaba estacionado el auto. Mi padre me alzó y depositó sobre el asiento, y cuando se aprestaba a guardar la silla en el baúl, carraspeó para aclarar la voz, ronca de tanto gritar, y dijo:
–No siempre se gana. Y más aún: ni tiene importancia ganar. Lo que vale son otras cosas… andar y vivir sin ataduras, y que alguien alguna vez, en algún lugar del mundo, te recuerde porque has logrado emocionarlo –y mirando la pista vacía, hizo una pausa para encender un cigarrillo–. Podría haber corrido solo, contra nadie más que él, y aunque la emoción fuese menor, el sentido sería el mismo.
Le pregunté si lo conocía, si sabía cómo se llamaba, adónde vivía. Él negó con la cabeza, mientras le daba arranque al auto.
–¿Y es bueno andar solo?
–Ya tendrás tiempo de decidirlo –contestó después de un rato que me sigue pareciendo eterno.

De El modo exacto
de estar en el mundo
, 2014

Ugo Giannattasio
Motociclista, 1922.
Colección particular
https://thevintagent.com/2018/05/03/art-and-the-motorcycle-2-the-futurists/

Ivo Panaggi
(Macerata, Italia, 1901 – 1981)
Il ratto di Europa, 1963-1968
Musei Civici di Palazzo Buonaccorsi, Macerata, Italia.
http://www.visitandolemarche.it/es/2020/07/15/el-futurismo-de-ivo-pannaggi/

Ivo Panaggi
(Macerata, Italia, 1901 – 1981)
Centauro, 1931
Musei Civici di Palazzo Buonaccorsi, Macerata, Italia.
https://thevintagent.com/2018/05/03/art-and-the-motorcycle-2-the-futurists/

Aquellos anónimos pedalistas

Fueron durante gran parte del siglo pasado el entretenimiento gratuito en pueblos y ciudades pequeñas de esta parte del continente. La cita era los domingos o feriados y tenía lugar en circuitos callejeros: si era en calles céntricas, entonces podían ser pavimentadas; si se trataba de algo barrial, sobre las de tierra enarenada. A la mañana se cortaba el tráfico en las arterias a utilizar y así quedaba trazado el velódromo. Aquellos cuyas casas coincidían con el recorrido sacaban los sillones a la vereda y en ese palco privilegiado seguían la carrera. El resto asistía con su banquito o buscaba alguna pared o rama baja de los árboles para acomodarse. La asistencia incluía el mate y los bizcochitos.
El espectáculo convocaba tanto por la destreza de los corredores (todos tenían sus seguidores) como por su vestimenta colorida, destellante en una época de ropa gris, beige y toda la paleta de la tristeza. Los entrenadores también hacían su exhibición con una rápida y breve carrera al lado de su pupilo para alcanzarle la cantimplora llena o alguna fruta.
Claro que los competidores eran conocidos. ¿Cómo no iban a serlo? Si allá estaba el cartero, que visitaba a todos y guardaba para sí el entrenamiento diario de decenas de kilómetros por la ruta; el hijo de la peluquera, que siempre andaba montado en su reluciente Legnano; el del taller y el enfermero, de quienes los suspicaces siempre sospechaban, uno que le ponía algo a la bici, el otro que se pichicateaba… Algunos jóvenes pudientes del centro y muchos humildes proletarios de la periferia que habían invertido ahorros y tiempo en una pistera. Quién sabe qué motivaba a esa cofradía de entusiastas olvidados que la historia del deporte no registró, qué buscaban a cambio de semejante sacrificio…
Todo era ameno y festivo, excepto por un riesgo amenazante e incontrolable: confundidos ante el paso silencioso del pelotón deambulaban los perros callejeros. Caballeros mayores sobrevivientes de aquellas justas lucirán aún cicatrices o mostrarán cierta renguera por algún can que se cruzó en su camino.
Lector, si ves pedalear a un señor entrado en años y carnes, vestido con una indumentaria fulgurante que no le sienta nada bien, piensa que tiempo atrás pudo haber sido un joven esbelto que se desplazaba veloz en el mismo biciclo que ahora parece incrustarse en su humanidad. Cédele el paso y si vas con tu perro, sostén fuerte la correa.

Antonio M. Ruiz
(México, 1897 – 1964)
Carrera de bicicletas, 1938
Philadelphia Museum of Art, EE.UU.
https://philamuseum.org/collection/object/50728

Lucien Jonas
(Francia, 1880 – 1947)
La carrera ciclística, 1905.
Colección particular.
https://www.epdlp.com/cuadro.php?id=8364

Lyonel Feininger
(New York, 1871 – 1956)
Carrera de bicicletas, 1912.
National Gallery of Art, Washington
https://ciclosfera.com/a/the-bicycle-race-lyonel-feininger

Enzo Benedetto
(Italia, 1905 – 1993)
Fuga de ciclistas, 1926
Colección particular.
https://www.aeroceramica-futurista.eu/en/enzo-benedetto-biography/

Tiit Pääsuke
(Estonia, 1941)
Cyclist, 1968
s/d
https://ciclosfera.com/a/ultimatum-cyclist-tiit-paasuke-1968

Modesto Ciruelos
(Burgos, 1908 – 2002)
Ciclistas, 1933
Museo Reina Sofía, Madrid.
https://www.museoreinasofia.es/coleccion/obra/ciclistas

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