SALA 5 - DESAFÍOS A

El Solitario

Ivo Panaggi
(Macerata, Italia, 1901 – 1981)
Centauro, 1931
Musei Civici di Palazzo Buonaccorsi, Macerata, Italia.

https://thevintagent.com/2018/05/03/art-and-the-motorcycle-2-the-futurists/

Una tarde de domingo fuimos a ver una carrera de motos. Mi padre, como la mayoría, mostraba su preferencia por un corredor al que llamaban El Solitario.
–¿Por qué ese nombre? –pregunté.
–Porque viene solo, con su moto en un carrito; la arma, corre, y se va tal como vino, sin que se sepa nada de él –culminó, atrapado él también por el misterio.
–¿Y por qué es tu favorito?
–Porque anda por la vida solo, sin pedirle nada a nadie –respondió sin titubear–. Se juega, a veces gana y luego se va, antes de que sepan quién es.
Muchos años después, cuando mi padre ya no estaba, comprendí que era él quien andaba por la vida solo y sin pedirle nada a nadie, ni siquiera a mí. Se jugaba, no sé si alguna vez ganó… El resto del retrato de El Solitario le cabe a cualquiera: casi todos procuramos irnos antes de que se sepa quiénes somos.
Más o menos a la mitad de la carrera hubo una rodada en una curva, y El Solitario, que venía en punta, no pudo esquivar al que venía adelante y también cayó. Sin embargo, alzó la moto, le dio arranque empujándola y pudo reanudar la carrera; a partir de allí comenzó a recuperar puestos y a acercarse a la punta. Iba segundo al llegar a la última vuelta, y cuando se aprestaba a pasar al primero, su motor se detuvo. Mi padre, que hasta entonces alentaba a gritos cada paso del piloto, enmudeció. El Solitario, acabada ya la carrera, logró darle arranque a su máquina y dio la vuelta al circuito para llegar a los boxes, entre aplausos y saludos efusivos.
La gente empezó a retirarse y nosotros no nos movimos. Al final, todo quedó en silencio y solo permanecimos unos pocos. El aire olía al aceite de ricino de la mezcla combustible y a la tierra que aún no acababa de asentarse. Volvimos a donde estaba estacionado el auto. Mi padre me alzó y depositó sobre el asiento, y cuando se aprestaba a guardar la silla en el baúl, carraspeó para aclarar la voz, ronca de tanto gritar, y dijo:
–No siempre se gana. Y más aún: ni tiene importancia ganar. Lo que vale son otras cosas… andar y vivir sin ataduras, y que alguien alguna vez, en algún lugar del mundo, te recuerde porque has logrado emocionarlo –y mirando la pista vacía, hizo una pausa para encender un cigarrillo–. Podría haber corrido solo, contra nadie más que él, y aunque la emoción fuese menor, el sentido sería el mismo.
Le pregunté si lo conocía, si sabía cómo se llamaba, adónde vivía. Él negó con la cabeza, mientras le daba arranque al auto.
–¿Y es bueno andar solo?
–Ya tendrás tiempo de decidirlo –contestó después de un rato que me sigue pareciendo eterno.

De El modo exacto
de estar en el mundo
, 2014

Ugo Giannattasio
Motociclista, 1922.
Colección particular
https://thevintagent.com/2018/05/03/art-and-the-motorcycle-2-the-futurists/

Ivo Panaggi
(Macerata, Italia, 1901 – 1981)
Il ratto di Europa, 1963-1968
Musei Civici di Palazzo Buonaccorsi, Macerata, Italia.
http://www.visitandolemarche.it/es/2020/07/15/el-futurismo-de-ivo-pannaggi/

Scroll al inicio