Marvel se arrojó a la turbulenta corriente del Barroso desbordado.
Desapareció y nunca se recuperó su cuerpo. Fue la última vez que estuvo tan crecido el arroyo, que desde entonces pasó a ser apenas un hilo de agua.
Nadie pudo explicarse esa decisión. Marvel tenía todo lo que todos y cada uno supone que quiere o hay que tener.
Belleza, inteligencia, dinero, poder.
Vida social plena, relaciones a gusto, gloria permanente.
No se sabía cuál era su formación pero expertos de todas las profesiones, deportistas, políticos y gente de todas partes lo consultaban. También filósofos, historiadores, músicos y poetas.
Unos minutos de charla con Marvel bastaban para cautivarse y atesorar ese momento como un recuerdo eterno. Si de allí surgía algún plan, cualquiera que fuera, el éxito estaba asegurado.
Por eso nadie entendió su determinación.
Por eso también no faltaron los que sostuvieron que fue el Barroso quien se tiró sobre Marvel.